La Mujer y el Matrimonio

“Ninguna niña debe ser despojada de su infancia, su educación y salud, y sus aspiraciones. Sin embargo, hoy a millones de niñas se les niegan sus derechos cada año cuando se casan como ‘novias infantiles’” Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres.

De manera general, se podría definir el matrimonio como la unión de dos personas concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses [HE CUSTOMIZADO UN PELÍN LA DEFINICIÓN QUE PROPORCIONA LA RAE].

El matrimonio sigue siendo un rito de paso muy importante en las diferentes comunidades del mundo y, por tanto, también lo es para muchos individuos.

El término rito de paso (Rite of passage) fue acuñado por el antropólogo francés Arnold Van Gennep en 1909. Alude a un concepto que designa un conjunto específico de actividades que simbolizan y marcan la transición de un estado a otro en la vida de una persona y se celebran de forma ritual y comunitaria. La persona se integra en la estructura social con un nuevo rol y se crean nuevas identidades.

Por poner un ejemplo, los rituales que podrían formar parte del matrimonio en Occidente son la pedida de mano, la despedida de soltero/a, las invitaciones, la ceremonia, el convite y el baile. Además, dentro de estas convenciones hay más convenciones, lo que podríamos llamar “metaconvenciones” [JAJA]. 

Pero, la cuestión a la que quiero dar respuesta en este post es: ¿qué significa realmente el matrimonio para la mujer? Cómo no, lo primero de todo es analizar nuestra herencia clásica.

Mary Beard, en su libro SPQR, cuenta que el matrimonio romano era, en esencia, un asunto simple y privado. A diferencia de lo que ocurre en el mundo moderno, el Estado tenía poco que ver. En la mayoría de los casos a un hombre y a una mujer se les consideraba casados si ellos declaraban que estaban casados, y dejaban de estarlo si los dos o uno de ellos declaraba que ya no eran matrimonio.

Pero el objetivo principal del matrimonio en Roma, como en todas las culturas pasadas, era la concepción de hijos legítimos. El caso es que el verdadero papel de la mujer era dedicarse a su marido, procrear la siguiente generación, ser un adorno, ser la administradora del hogar y contribuir a la economía doméstica hilando y tejiendo. Sin embargo, es evidente que las mujeres romanas en general tenían mucha más independencia que las mujeres de cualquier lugar del mundo de la Grecia clásica o de Oriente Próximo. Es particularmente llamativo el contraste con la Atenas clásica, donde las mujeres de las familias ricas habían de vivir recluidas y aisladas lejos de la vista del público, segregadas de los hombres y de la vida social masculina [HUELGA DECIR QUE LOS POBRES NO TENÍAN NI EL DINERO NI EL ESPACIO SUFICIENTE PARA IMPONER TALES DIVISIONES].

En la antigua Roma, la mujer no adoptaba el nombre del marido ni estaba totalmente sometida a su autoridad legal. Sin embargo, la realidad es que las mujeres carecían de una opción real para decidir si se casaban o no. La regla básica era que toda mujer nacida libre tenía que casarse [NO HABÍA TÍAS SOLTERAS] y los enlaces solían ser acordados y forzados.

En relación a la edad a la que eran casadas las antiguas romanas, lo normal era un primer matrimonio en torno a los catorce o quince años y a veces a la tierna edad de diez u once años. Si estos matrimonios se consumaban o no es una cuestión incómoda y de difícil respuesta. A pesar de las relativas libertades de las mujeres romanas, su subordinación se basaba sin duda en aquel desequilibrio entre un hombre adulto y lo que hoy llamaríamos una niña [POR DESGRACIA HOY ESTO SIGUE VIGENTE, COMO VEREMOS]. Tenemos el ejemplo de Cicerón, que después de su divorcio con Terencia, se casó con una muchacha 45 años menor que él, en el año 47 a.C.

Lápida romana de Aurelius Hermia y Aurelia Philematium. Fuente: SPQR (Mary Beard).

Otro ejemplo lo tenemos en esta lápida romana de marido y mujer, ambos ex esclavos, donde se describe a la esposa como “casta, modesta y que no dio pie a murmuraciones”. Se conocieron cuando ella tenía siete años y como reza el texto “él la sentaba sobre sus rodillas” [¿CÓMO OS QUEDÁIS? ¿EH?].

En Europa, el objetivo principal del matrimonio [RECORDEMOS: LA CONCEPCIÓN DE HIJOS LEGÍTIMOS], se mantuvo desde la antigüedad hasta el siglo XIX, cuando la unión entre dos personas comenzó a tener una dimensión sentimental.

Actualmente, en la mayor parte de Occidente, el matrimonio forzoso ha sido sustituido por el matrimonio por “amor” donde, por regla general, las personas eligen con quien quieren casarse. Eso no quita que algunas de las costumbres que siguen conformando este rito de paso tengan un carácter evidentemente machista, sobre todo en las uniones hombre-mujer. Por ejemplo, únicamente la mujer lleva un anillo de compromiso como paso previo a la formalización del matrimonio, lo que deja en evidencia dos cosas: enfatiza de forma más aguda el estado civil previo [SOLTERÍA Y, POR TANTO, SEÑORITA] y representa un método disuasorio para el resto de pretendientes indicando que esa mujer ya está “pillada” [ALGO ASÓ COMO “MARCAR COMO A LAS VACAS”, ESO SÍ, CON MUCHO GLAMOUR] a la vez que a ellas les recuerda su compromiso. Así queda imprimado en forma de diamante una responsabilidad adicional asignada a las mujeres de la cual, por supuesto, los hombres quedan exentos. Podría hablar también de la compra-venta de cuerpos de mujeres en algunas despedidas de soltero o de la infantilización de la mujer cuando en la ceremonia el padre hace entrega de su hija al novio [EL FAMOSO “IR DEL BRAZO DE TU PADRE AL ALTAR”], lo que antiguamente representaba pasar de manos de un tutor legal a otro y que ahora se sigue representando en las ceremonias, obviando el hecho de que la mujer ya es autónoma e independiente [TREMENDO]. Otro indicativo machista, es la adopción del apellido del marido, que todavía tiene lugar en muchos países de Europa, y que simboliza el dejar de pertenecer a la propia familia para pasar a pertenecer a la del marido. Hoy en día, este hecho en Europa ya no tiene consecuencias directas sobre la mujer, pero como veremos más adelante, sí las sigue teniendo en muchos otros lugares.

Pero, ¿cuál es la situación en otros lugares del mundo? He considerado una serie de ejemplos que me han parecido interesantes.

En China, las mujeres siguen sufriendo un gran rechazo social si eligen la soltería como forma de vida. Las mujeres solteras que han superado los 27 años reciben el nombre de sheng nu o mujeres “sobrantes”. Estas jóvenes viven en una constante presión social, porque la sociedad china piensa que una mujer soltera no está completa. Algunos padres se resisten a que sus hijas elijan la soltería como forma de vida y acuden al llamado «mercado del matrimonio». Este mercado se sitúa en una de las plazas más transitadas de Shanghai donde  los padres tratan de colocar a sus hijas repartiendo sus datos en formato “currículum”, todo con el fin de recibir propuestas de matrimonio.

Las mujeres una vez casadas pasan directamente a formar parte de la familia del marido, dejando de pertenecer a su propia familia. A parte de la pérdida de apoyos que esto supone, este hecho tiene un profundo impacto [NEGATIVO, CLARO] para la mujer en China. Me explico. En China son los hijos quienes cuidan a los padres en la vejez, pero solo los hijos varones son los responsables de estos cuidados. Como las mujeres una vez casadas pasan a formar parte de la familia del marido, los matrimonios que SOLO hayan concebido HIJAS no tendrán ninguna garantía de cuidados para el futuro. Pues bien, debido a la “política de hijo único” [AHORA SOLO HAY QUE SUMAR 1+1], que estuvo vigente desde 1979 hasta 2015 (además de las continuas restricciones de China a los derechos reproductivos de las mujeres), las investigaciones de Human Rights Watch estiman que China tiene entre 30 y 40 millones de “mujeres desaparecidas”, que deberían estar vivas hoy pero que no existen debido a la preferencia por los niños varones.   

Y esto nos lleva a un hecho extremadamente siniestro que está ocurriendo hoy. Debido a la descompensación demográfica entre hombres y mujeres que ha generado esta política [30 MILLONES MÁS DE HOMBRES QUE DE MUJERES], actualmente algunas familias deciden resolver la escasez de mujeres en edad de contraer matrimonio comprando mujeres o niñas a países asiáticos fronterizos en situaciones de conflicto, como es el caso de Birmania.

Se trata de una trama de tráfico de mujeres y niñas en la frontera chino-birmana que se nutre de la situación de precariedad y violencia que se vive en los estados del norte de Birmania Kachín y Shan, severamente afectados por el conflicto armado entre el gobierno y las guerrillas de minorías étnicas. Este oscuro entramado lo describe la organización HRW en un informe titulado Give Us a Baby and We’ll Let You Go’: Trafficking of Kachin ‘Brides’ from Myanmar to China

Algunas supervivientes de la trata explican en este informe que personas de confianza, incluso miembros de su propia familia, les prometieron empleos en China, pero que en su lugar las vendieron por el equivalente a entre 3.000$ y 13.000$ a familias chinas. Una vez en China, estas mujeres quedan expuestas a la violencia física y psicológica y son encerradas y violadas «hasta que se quedan embarazadas». Aquellas que consiguen escapar, deben dejar a sus niños con las familias chinas.

Viajando a Vietnam, concretamente al norte, encontramos a la etnia H’mong. Los H’mong tienen una forma muy curiosa [POR DECIR ALGO] de contraer matrimonio. El cortejo siempre lo inicia el hombre, el cual le entrega un regalo a la mujer elegida. Si la chica acepta el regalo, el hombre la secuestra [SÍ, SECUESTRAR] llevándosela a casa de su familia durante tres días. Si la mujer consigue “aguantar” estos tres días con la familia del hombre, se consolida el compromiso entre ambos. Aunque hoy en día, este secuestro es un ritual simbólico, la realidad es que las mujeres tienen pocas opciones de negarse a casarse después de ser “elegidas”, enfrentándose al más que seguro rechazo de su comunidad, por lo que el casamiento se convierte en inevitable. Asimismo, la familia de la chica rara vez tiene la ocasión de intervenir, ya que se enteran del matrimonio una vez ha ocurrido, eso sí la familia del novio está obligada a pagarles una compensación por la pérdida de la hija, bien sea en forma de dinero o en especie [UFFF MENOS MAL…].

Una vez casadas, sus tareas de “buena esposa” se reducen a cuidar del marido, criar hijos, cocinar, limpiar, cuidar a los animales y recoger leña. La mujer deja de pertenecer a su clan familiar para pertenecer al del marido y, por tanto, no solo cuidarle a él sino también a su familia política [NADA MÁS Y NADA MENOS].

Asimismo, la violencia de género en estas comunidades es endémica, sumado al grave problema de alcoholismo que sufren los hombres en general y las mujeres ancianas en particular. En la etnia H’mong, estar borracho hasta quedarse dormido se considera un signo de “buen marido” y el maltrato está completamente normalizado. Las mujeres apenas tienen opciones para lidiar con la violencia de género, porque cualquier otra cosa que no sea la sumisión total supone o más violencia o vergüenza social. En definitiva, no pueden devolver el golpe, no pueden responder, no pueden contárselo a sus vecinos, no pueden denunciar la violencia a las autoridades. Todo ello debido a que sus almas han sido reclamadas por los clanes de sus maridos y no pueden regresar a la casa de sus padres [A ESTAS ALTURAS YO YA ANDO DESCOMPUESTA].

Esta historia la conocí de primera mano cuando viajé a la provincia de Ha Giang en 2016 y tuvimos la oportunidad de visitar a los H’mong.

Niña H’mong. Fuente: móvil, viaje Vietnam 2016.

Cambiamos de continente y nos vamos a Tanzania, donde está ocurriendo un fenómeno muy interesante: la recuperación de la tradición Kuria de nyumba ntobhu o «casa de mujeres». La práctica permite que una mujer mayor sin descendencia masculina se case con una mujer más joven, que tiene hijos o puede tenerlos en el futuro, asegurando que su legado no se pierda. Pero también ofrece a las mujeres algo más: SEGURIDAD.

Según los datos del gobierno tanzano, más del 78% de las mujeres en la región de Mara, donde la tribu Kuria (una comunidad profundamente patriarcal) constituye la mayoría de la población, han sufrido abusos sexuales, físicos o psicológicos por parte de sus maridos. Es la tasa de violencia de género más alta de toda Tanzania. Asimismo, las mujeres de la tribu Kuria también se enfrentan con costumbres como la mutilación genital femenina y la poligamia. Por tanto, la práctica del nyumba ntobhu supone una vía de escape para cada vez más mujeres. Estos matrimonios femeninos ahora representan más del 20% de los hogares de esta región y el apoyo entre mujeres que ofrece este “matrimonio” tan especial es la mejor forma que han encontrado para hacer frente a la violencia patriarcal UN EJEMPLO DE BONOBAS, ¿NO CREEIS?].  

Un tipo de matrimonio que sigue vigente en muchos países árabes, es el llamado matrimonio “reparador” que permite a los hombres que han abusado sexualmente de mujeres evitar el castigo por su crimen si se casan con sus víctimas. Este mes de enero en Turquía el gobierno de Erdogan quiere volver a instaurar este tipo de matrimonio, cuyo proyecto de ley no solo legitima el matrimonio infantil sino que legaliza la violación. Desde 2009, según la ONU, el 38% de las mujeres turcas han sufrido violencia física o sexual por parte de la pareja y las niñas obligadas a casarse habrían sido más de medio millón. Las mujeres turcas ya están en las calles, cantando el himno de protesta global El violador eres tú. Pero este matrimonio “reparador” no ha sido cosa única de los países árabes, esta ley estuvo vigente en Italia hasta 1981, país católico por antonomasia [ASÍ, POR EJEMPLO].

Voy a terminar el post visibilizando el tipo más salvaje de matrimonio: EL INFANTIL.

El matrimonio infantil, es decir, antes de los 18 años, es una violación fundamental de los derechos humanos. Son muchos los factores que actúan para poner a una niña en riesgo de matrimonio: la pobreza, la percepción de que el matrimonio proporcionará ‘protección’, honor familiar, normas sociales, leyes consuetudinarias o religiosas que toleran la práctica, un marco legislativo y un registro civil inadecuado, etc. El matrimonio infantil compromete el desarrollo de las niñas debido a embarazos tempranos, aislamiento social, interrupción de la escolaridad y mayor riesgo de sufrir violencia de género.

A nivel global, los datos más elevados de matrimonio infantil se dan en el África subsahariana, donde casi 4 de cada 10 mujeres jóvenes se casaron antes de los 18 años, seguidos del sur de Asia, donde 3 de cada 10 mujeres jóvenes se casaron antes de los 18 años. En América Latina y el Caribe el matrimonio infantil supone la cifra del 25%, seguido del 18% en Oriente Medio y el Norte de África y del 11% en países de Europa del Este y Asia Central.

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), 14.2 millones de niñas son casadas anualmente.

Ojalá pudiera concluir el post diciendo que el matrimonio es siempre una expresión de amor sincero como el que se profesaban Filemón y Baucis. Ambos pidieron a Zeus vivir una larga vida juntos y morir al mismo tiempo. Y así fue, nos lo cuenta Ovidio:

“Achacosos y viejos se encontraban un día ante la sagrada escalinata del templo […] cuando vio Baucis que a Filemón le salían hojas y el viejo Filemón que le salían a Baucis. Ya una copa crecía sobre ambos rostros […] y al mismo tiempo se dijeron “adiós, mi amor” y al mismo tiempo el ramaje cubrió y ocultó sus labios”.

Sin embargo, la verdad del asunto es que el matrimonio no es simplemente una expresión de amor entre dos personas. No hay que olvidar que, todavía hoy en día, el matrimonio es una institución basada en la opresión que continúa beneficiando a los hombres a expensas de las mujeres, impide el desarrollo de mujeres y niñas condenándolas a su rol tradicional, fomenta su analfabetismo convirtiéndolas en seres dependientes y quedan expuestas a sufrir violencia física y psicológica así como agresiones sexuales. En otras palabras, puede llegar a ser una auténtica TRAMPA MORTAL.

Quizás, a partir de ahora, pensemos en el divorcio de una manera distinta: como un DERECHO FUNDAMENTAL.

Bibliografía:

Mary Beard (2015). SPQR. Editorial Planeta.

Human Rights Watch (2019). ‘Give Us a Baby and We’ll Let You Go’: Trafficking of Kachin ‘Brides’ from Myanmar to China”.

Overseas Development Institute (2014). Early marriage among Viet Nam’s Hmong.

African Feminism (2019). Is marriage a punishment for women.

Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) (2012). Marrying too young.

Philippe Brenot y Laetitia Coryn (2016). The Story Of Sex. Penguin Books.

UNICEF (2019). Child marriage is a violation of human rights, but is all too common.

Freedamedia (2020). Erdogan Quiere Volver a Instaurar el Matrimonio Reparador.

Ovidio. (2017). Metamorfosis. Alianza Editorial.

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